El poder de la alabanza
PREDICACIÓN DEL 24 DE NOVIEMBRE DE 2024:
Pastor Antonio Russo
EL PODER DE LA ALABANZA
Como se mencionó la vez pasada, después de tratar el tema de la adoración, hoy profundizaremos en el asunto titulado “el poder de la alabanza”, que se encuentra en nuestras bocas, explorando juntos su importancia y significado. Es una realidad que la Iglesia de hoy debe comprender plenamente, ya que aún no ha experimentado del todo el poder de Dios que se manifiesta a través de la alabanza. Comencemos de inmediato con un pasaje de los Salmos para profundizar en esta poderosa verdad.
Salmos 89:15; 15 Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte: Andarán, oh Jehová, á la luz de tu rostro.
Este verso nos enseña que la alabanza no es solo una expresión de gozo, sino una proclamación de victoria. Alabar significa declarar quién es Dios y lo que Él está por hacer, abriendo la puerta a Su poder en nuestras vidas. Cuando comenzamos a alabar a Dios con todo nuestro corazón, Él escucha nuestro clamor, interviene en nuestra situación y trae cambios sobrenaturales. Muchos piensan que la alabanza es solo un momento del culto, pero en realidad es central, junto con la Palabra. La alabanza prepara nuestros corazones para recibir la Palabra de Dios, y a través de ella entramos en una adoración que culmina con la revelación de la Palabra en nuestras vidas. La alabanza, un elemento esencial para la Iglesia y nuestros hogares, no es una obligación, sino el deseo de entrar en las promesas de Dios, derribando muros espirituales y rompiendo cadenas que obstaculizan nuestra libertad en Cristo. La alabanza a Dios, como se nos enseña en los Salmos, no es una invención humana, sino una creación divina.
Salmos 149:1; 1 CANTAD á Jehová canción nueva: Su alabanza sea en la congregación de los santos.
Cuando decimos “Aleluya”, invitamos a quienes nos rodean a unirse en la alabanza a Dios, para que este canto resuene en la asamblea de los santos, es decir, entre nosotros reunidos. La Biblia no solo nos sugiere alabar a Dios, sino que nos ordena hacerlo, ya que este mandato trae consigo un beneficio maravilloso y extraordinario.
Salmos 149:2-3; 2 Alégrese Israel en su Hacedor: Los hijos de Sión se gocen en su Rey. 3 Alaben su nombre con corro: Con adufe y arpa á él canten.
La alabanza es una expresión de gozo y celebración en la presencia de Dios, y alabar con danza significa saltar, regocijarse y alegrarse delante de nuestro Rey. No debemos temer el juicio de los demás, sino recordar que lo que realmente importa es lo que Dios piensa de nosotros mientras Le alabamos y Le exaltamos; si estamos dispuestos a bailar en otros contextos, ¡cuánto más deberíamos hacerlo delante del Rey de reyes! Cuando alabamos, no hacemos a Dios más grande, porque Él ya es infinito, pero nosotros mismos experimentamos Su poder, libertad y la bendición que Él quiere derramar en nuestras vidas. La alabanza surge de nuestro corazón y nos lleva a una dimensión de victoria y bendición, permitiendo que la presencia de Dios se manifieste poderosamente. Alabamos a Dios porque Él se deleita en Su pueblo, como nos recuerda el salmista:
Salmos 149:4; 4 Porque Jehová toma contentamiento con su pueblo: Hermoseará á los humildes con salud.
Al alabar a Dios, alegramos Su corazón, y cuando, como Sus hijos, elevamos nuestra alabanza, el Señor se regocija, se deleita y proclama cuán maravillosos somos a Sus ojos. Nuestra alabanza Lo mueve a hacer el bien en nuestras vidas, abriendo los cielos y manifestando Su presencia y poder, simplemente porque nos ama. La Biblia nos enseña que Dios también se regocija frente a nuestros enemigos, como este siglo malo presente, la carne y el diablo, porque cuando Le alabamos, Él se burla de ellos, sabiendo que experimentaremos la victoria.
Salmos 149:5-6; 5 Gozarse han los píos con gloria: Cantarán sobre sus camas. 6 Ensalzamientos de Dios modularán en sus gargantas. Y espadas de dos filos habrá en sus manos;
Incluso cuando enfrentamos dificultades, enfermedad o desánimo, la alabanza tiene el poder de levantarnos y liberarnos. Con alabanzas en nuestros labios y la Palabra de Dios en nuestros corazones, nos equipamos para declarar y proclamar quién es Dios y lo que Él hará en nuestras vidas. Alabar con la Palabra significa convertir la alabanza en una espada de doble filo, llena de fe y poder, capaz de romper cadenas, derribar muros espirituales y transformar tanto el mundo espiritual como el natural, trayendo sanidad, liberación y milagros. Este poder de la alabanza en nuestras vidas también nos es revelado y confirmado en los versículos siguientes.
Salmos 149:7-9; 7 Para hacer venganza de las gentes, Y castigo en los pueblos; 8 Para aprisionar sus reyes en grillos, Y sus nobles con cadenas de hierro; 9 Para ejecutar en ellos el juicio escrito: Gloria será esta para todos sus santos. Aleluya.
Las entidades espirituales que se oponen a nosotros quedan impotentes mientras declaramos la Palabra con nuestra boca. Alabar no es algo que podamos hacer en silencio; debemos alzar la voz y permitir que nuestra alabanza mueva las montañas espirituales. Vivir en la tristeza no cambiará nada, pero alabar a Dios trae un movimiento que abre las puertas al gozo y la alegría. En el contexto de la batalla, como se narra en la historia de Josafat en el Segundo Libro de Crónicas, capítulo 20, la alabanza se convierte en el arma más eficaz.
2 Crónicas 20:1; 1 PASADAS estas cosas, aconteció que los hijos de Moab y de Ammón, y con ellos otros de los Ammonitas, vinieron contra Josaphat á la guerra.
Cuando llegan malas noticias o enfrentamos momentos de tribulación, sabemos qué hacer: nos levantamos y nos movemos para alabar a nuestro maravilloso Rey, sin detenernos, porque Dios se manifiesta en medio de Su pueblo. Él se deleita en la alabanza colectiva, y cuando estamos unidos en adoración, algo sobrenatural sucede: Su poder comienza a manifestarse, y aunque nos sintamos débiles, enfermos u oprimidos, sabemos que la Palabra es clara.
Versículo 9; 9 Si mal viniere sobre nosotros, ó espada de castigo, ó pestilencia, ó hambre, presentarnos hemos delante de esta casa, y delante de ti, (porque tu nombre está en esta casa,) y de nuestras tribulaciones clamaremos á ti, y tú nos oirás y salvarás.
Dios no es sordo; Él nos escucha y viene en nuestra ayuda. De hecho:
Versículo 15; 15 Y dijo: Oid, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalem, y tú, rey Josaphat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta tan grande multitud; porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.
No estamos solos, porque quien va contra un hijo de Dios va contra el mismo Dios, ya que Él lucha por nosotros, nos defiende y siempre se mueve a nuestro favor. Josafat y el pueblo de Israel se encontraron rodeados por ejércitos enemigos, pero en lugar de confiar en guerreros o armas, pusieron a los cantores y músicos en la primera línea.
Versículo 21; 21 Y habido consejo con el pueblo, puso á algunos que cantasen á Jehová, y alabasen en la hermosura de la santidad, mientras que salía la gente armada, y dijesen: Glorificad á Jehová, porque su misericordia es para siempre.
Esta elección aparentemente irracional desató la intervención divina: en el momento en que comenzaron a cantar, Dios tendió una emboscada a los enemigos, haciéndolos destruirse unos a otros, y los versículos siguientes nos explican claramente lo que ocurrió.
Versículos 22-23; 22 Y como comenzaron con clamor y con alabanza, puso Jehová contra los hijos de Ammón, de Moab, y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y matáronse los unos á los otros: 23 Pues los hijos de Ammón y Moab se levantaron contra los del monte de Seir, para matarlos y destruirlos; y como hubieron acabado á los del monte de Seir, cada cual ayudó á la destrucción de su compañero.
Así, vemos cómo los enemigos comenzaron a pelear entre sí hasta su total destrucción, y todo esto sucedió cuando el pueblo comenzó a alabar a Dios. Este evento extraordinario nos enseña que la alabanza no solo honra a Dios, sino que también activa Su poder, siendo una estrategia divina para enfrentar nuestras batallas y vivir en victoria. Ninguna fuerza maligna, crisis o enfermedad puede resistir la gloria de Dios que desciende sobre nuestras vidas a través de la alabanza.
Hebreos 13:15; 15 Así que, ofrezcamos por medio de él á Dios siempre sacrificio de alabanza, es á saber, fruto de labios que confiesen á su nombre.
Este sacrificio no depende de cómo nos sintamos o de nuestras circunstancias, sino que es una elección deliberada de exaltar a Dios con nuestras palabras. Cuando alabamos, estamos declarando que Jesús es nuestro Señor, que el Espíritu Santo es nuestro mejor amigo y que el Padre se preocupa por nosotros. Además, proclamamos que no dependemos de nuestras circunstancias, sino de Dios, y aunque estemos en adversidad, levantamos nuestra voz para afirmar con certeza que sabemos en quién hemos creído. Nuestra alabanza da testimonio de nuestra fe, declarando que la enfermedad está vencida, la pobreza conquistada, que la restauración de las bendiciones robadas es cierta y que el diablo debe devolver todo lo que ha tomado. La alabanza no solo demuestra nuestra confianza en Dios, sino que activa Su movimiento sobrenatural, porque con nuestros labios proclamamos la victoria y, mientras cantamos, Su gloria se manifiesta, trayendo sanidad, liberación y bendición. Esto confirma que la alabanza y la adoración son poderosas herramientas espirituales que nunca debemos descuidar. Algunas personas se preguntan si está mal escuchar música secular, pero la música que elegimos refleja quiénes somos: como hijos de Dios, nos sentimos naturalmente atraídos por lo que glorifica y adora Su nombre. El diablo, que fue un Querubín Adorador, odia nuestra alabanza y ha pervertido la música después de su caída para corromper al hombre, pero la música en sí misma no es ni buena ni mala: todo depende de cómo la usemos y de la inspiración que la guía. Un día Satanás le dijo a Jesús: "Te daré todos los reinos de la tierra si te postras ante mí y me adoras." No solo quería ser adorado, sino que le pidió a Jesús que se postrara, reconociendo el poder que hay en la alabanza. Satanás sabía que si Jesús lo hubiera adorado, habría recibido todo, pero Jesús respondió: "Adora al Señor tu Dios y sírvele solo a Él." Cuando alabamos a Dios, proclamamos nuestra esperanza en Cristo, fortalecemos nuestro vínculo con Él, permanecemos en Su territorio, mientras las influencias y fuerzas de Satanás son atadas y hechas impotentes.
Jesús nos enseña en Mateo 18:18, "Todo lo que ates en la tierra será atado en el cielo."
Nuestra alabanza no es solo un acto de adoración, sino una declaración de victoria que destruye las obras de las tinieblas, convirtiéndola en una elección estratégica que trae cambio y liberación. Veréis, a veces nuestro error es hacer que los problemas sean más grandes que Dios, olvidando que Él es el Todopoderoso y el Eterno que salva; no son las dificultades las que son insuperables, sino nuestra percepción que las magnifica. Aunque los problemas no se resuelvan inmediatamente o la crisis persista, podemos cambiar, obteniendo sabiduría y fuerza del cielo para enfrentarlos. Por eso, debemos elegir siempre alabar a nuestro Dios, confiando en Su poder y en Su guía, como nos sugiere este Salmo.
Salmos 34:1; 1 BENDECIRÉ á Jehová en todo tiempo; Su alabanza será siempre en mi boca.
En esta escritura, notamos que la alabanza a Dios no depende de las circunstancias, sino de nuestra fe en Él. Incluso en tiempos de sufrimiento o dificultad, somos llamados a elegir alabarlo, declarando que Él está por encima de cada situación y que Su poder está en acción. A través de la alabanza, apartamos nuestra mirada de nuestros problemas y nos concentramos en Dios, permitiéndole transformar nuestro corazón y nuestra actitud.
Versículos 2-3; 2 En Jehová se gloriará mi alma: Oiránlo los mansos, y se alegrarán. 3 Engrandeced á Jehová conmigo, Y ensalcemos su nombre á una.
La verdadera humildad no se manifiesta solo en palabras, sino en permitir que Dios obre en nuestra alma y modele nuestro carácter. Por esta razón, los humildes, al haberse rendido a Él, escuchan y se alegran en Su obra. Además, la alabanza no es solo una experiencia personal, sino un acto comunitario, porque cuando alabamos a Dios juntos, Su presencia se manifiesta de manera tangible, trayendo unidad, fuerza y victoria.
Versículos 5-6; 5 A él miraron y fueron alumbrados: Y sus rostros no se avergonzaron. 6 Este pobre clamó, y oyóle Jehová, Y librólo de todas sus angustias.
Alabar a Dios también es una invitación a la liberación, porque en las situaciones más difíciles podemos confiar en que Él responde a nuestro clamor y nos libera de toda opresión. Al mirarlo a Él con confianza y alabanza, recibimos luz y revelación: la vergüenza se convierte en gozo y nuestro camino es iluminado por Su guía. Esta es la promesa de Dios para aquellos que lo alaban: Él escucha nuestro clamor, nos salva de toda dificultad y nos enseña a confiar en Él en lugar de en las circunstancias.
Versículos 7-10; 7 El ángel de Jehová acampa en derredor de los que le temen, Y los defiende. 8 Gustad, y ved que es bueno Jehová: Dichoso el hombre que confiará en él. 9 Temed á Jehová, vosotros sus santos; Porque no hay falta para los que le temen. 10 Los leoncillos necesitaron, y tuvieron hambre; Pero los que buscan á Jehová, no tendrán falta de ningún bien.
Nuestra alabanza y nuestro temor a Dios atraen Su protección, ya que Él se acampa alrededor de nosotros, defendiéndonos de todo ataque y trayendo liberación. A través de la alabanza, experimentamos de manera tangible la bondad de Dios, que llena nuestros corazones de paz y gozo. Así, alabar a Dios no solo es un acto que glorifica Su nombre, sino una apertura a Su providencia, que nos conecta con Su fidelidad para satisfacer todas nuestras necesidades, sin dejarnos faltar en nada.
El Salmo 34:15-19, nos ofrece más consuelo: 15 Los ojos de Jehová están sobre los justos, Y atentos sus oídos al clamor de ellos. 16 La ira de Jehová contra los que mal hacen, Para cortar de la tierra la memoria de ellos. 17 Clamaron los justos, y Jehová oyó, Y librólos de todas sus angustias. 18 Cercano está Jehová á los quebrantados de corazón; Y salvará á los contritos de espíritu. 19 Muchos son los males del justo; Mas de todos ellos lo librará Jehová.
Estos versículos confirman que Dios siempre está atento a nuestras oraciones y que nuestra alabanza Lo atrae. Incluso en las dificultades, podemos confiar en que Él está con nosotros, escucha nuestro clamor y nos da fuerza y paz, recordándonos que nunca estamos solos. Alabar a Dios es mucho más que un acto de adoración: es una declaración de esperanza. Cuando alabamos, proclamamos que nuestro futuro está en Sus manos, y aunque las circunstancias parezcan adversas, elegimos afirmar que Dios es fiel y que Sus promesas se cumplirán. La alabanza no solo glorifica a Dios, sino que nos conecta con Su poder y con Su capacidad de liberarnos. Incluso cuando las circunstancias no cambian, Él nos transforma a nosotros. En tiempos de dolor y desaliento, la alabanza nos levanta y nos acerca a Dios, que está cerca de aquellos que Lo buscan sinceramente, ofreciendo consuelo y sanidad a los afligidos. Esto nos recuerda que, aunque atravesemos pruebas y dificultades, Dios sigue siendo siempre fiel y actúa para liberarnos. Finalmente, el verso 20 concluye con una promesa de protección: Él protege todos Sus huesos, y ninguno de ellos será quebrado. Esto simboliza la protección total que Dios ofrece a aquellos que Lo aman y Lo alaban; por lo tanto, la alabanza es una declaración de fe, una proclamación de victoria y un acto de confianza en la bondad de Dios. Por eso debemos alabar a Dios con todo lo que somos y todo lo que tenemos, sabiendo que nuestra alabanza es un arma, un acto de fe y una ofrenda que da gloria a nuestro maravilloso Rey.
Concluyamos revelando una de las estrategias que el diablo a menudo usa para distraernos mientras alabamos, adoramos o oramos. Cuando estamos en dificultades, en lugar de centrarnos en Dios, tendemos a dejarnos distraer por los problemas, como una factura que pagar o un conflicto que resolver. El enemigo intenta desviar nuestra atención de la búsqueda de Dios porque sabe que solo en Él podemos encontrar la solución. De hecho, cuando elegimos buscar a Dios para alabarlo y cantarle, obtenemos la victoria. No permitamos que las distracciones del enemigo nos sobrepasen: comencemos a adorar a Dios con todo nuestro corazón.