La Transición a la última gloria 3ª Parte

 

PREDICACIÓN EL 20 DE OCTUBRE DE 2024:

Pastor Antonio Russo

 

LA TRANSICIÓN A LA ÚLTIMA GLORIA 3ª Parte

 

Después de la interrupción debido a una visita, nuestro Pastor reanudó la tercera parte del mensaje titulado "La Transición a la Última Gloria". Antes de continuar, habló sobre la importancia de la fiesta de "Sukkoth", o "fiesta de los tabernáculos", que se celebra del 15 al 22 del mes de Tishri en el calendario hebreo, correspondiente a septiembre-octubre en el calendario gregoriano. Esta celebración tiene su origen en las instrucciones dadas por Dios a los israelitas en el desierto, recordándoles la esclavitud en Egipto y el tiempo pasado en tiendas, mientras cruzaban el desierto bajo la guía de Moisés. Las cabañas temporales, llamadas "sukkah", simbolizan la dependencia de Dios y Su provisión, con aperturas hacia el cielo que invitan a mantener la mirada fija en Dios para la protección y las bendiciones. La fiesta no es solo un momento de recuerdo histórico, sino también una oportunidad para reconocer la presencia continua de Dios en las vidas de los israelitas. Durante el Sukkoth, el pueblo celebraba la cosecha de los frutos de la tierra, expresando gratitud por las bendiciones recibidas. Israel celebra tres fiestas principales ordenadas por Dios: la Pascua (Pesaj), Pentecostés (Shavuot) y Sukkoth, la fiesta de la cosecha. El Nuevo Testamento también hace referencia al significado de la fiesta de Sukkoth en el Evangelio de Juan.

Juan 7:37-38; 37 Mas en el postrer día grande de la fiesta, Jesús se ponía en pie y clamaba, diciendo: Si alguno tiene sed, venga á mí y beba. 38 El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su vientre.

Esta declaración de Jesús se refiere a la venida del "Espíritu Santo", que sería dado a los creyentes después de Su glorificación. Este momento tiene gran importancia teológica porque marca la transición de la tradición mosaica, centrada en las leyes y las festividades del pueblo judío, a la nueva alianza en Cristo, que introduce la presencia viva del Espíritu Santo en los creyentes. La invitación de Jesús a venir a Él y beber es una invitación a recibir la plenitud del Espíritu, un don que representa la redención y el restablecimiento de la relación entre el hombre y Dios. Por lo tanto, la fiesta del Sukkoth no es solo un evento histórico relacionado con el Antiguo Testamento, sino que adquiere un significado cristiano, como anticipación de la promesa de "salvación" y "renovación espiritual" a través de Jesucristo. Ahora entramos en el tema de la "Transición a la Última Gloria", un paso que estamos llamados a experimentar en nuestra vida, donde debemos realizar y experimentar siete puntos, de los cuales ya se han tratado cuatro, y de los que haremos un breve resumen.

1) Preparación para la Última Gloria.

Este punto nos recuerda la importancia de prepararnos para la “última gloria” o “gloria final”, que es el tiempo en que Dios manifestará Su pleno poder y presencia en la Iglesia. Esta preparación requiere un estado de “santificación personal”, enfatizando que no podemos esperar que Dios haga todo el trabajo, sino que depende de nosotros, como creyentes, purificarnos y estar listos para recibir Su gloria.

2) Vencer los ataques del enemigo.

Cada uno de nosotros está llamado a vencer los ataques del enemigo, es decir, Satanás, que trata de desviarnos del camino de Dios. Sin embargo, no podemos esperar que Dios luche estas batallas por nosotros; depende de nosotros, a través de la oración, la vigilancia y la fe, resistir los ataques del diablo.

Mateo 26:41; 41 Velad y orad, para que no entréis en tentación: el espíritu á la verdad está presto, mas la carne enferma.

El discernimiento espiritual es fundamental en este camino, porque nos permite reconocer los patrones y trampas que el diablo utiliza para desviar nuestra atención de Dios. El enemigo puede atacarnos de diversas maneras, y no podemos presumir que los ataques serán los mismos para todos. Cada creyente debe depender del Espíritu Santo para obtener el discernimiento necesario y saber cómo defenderse.

3) El Corazón Será Provado: Intenciones y Motivaciones.

Otro aspecto importante para la transición es la prueba del corazón, ya que Dios pone a prueba nuestras "motivaciones" e "intenciones": ¿por qué estamos sirviendo a Dios? ¿Cuál es la razón detrás de nuestras acciones? Dios examina nuestro corazón para purificarnos de motivaciones egoístas o mundanas, y solo aquellos que tienen un corazón puro y motivaciones santas pueden superar el proceso de purificación que Dios ha establecido. Esto requiere una continua auto-reflexión y un ajuste de nuestras motivaciones, haciéndonos dispuestos a pedirle a Dios que examine nuestros corazones y nos revele dónde necesitamos cambiar.

Salmos 139:23-24; 23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón: Pruébame y reconoce mis pensamientos: 24 Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.

4) Destruir el Espíritu de Familiaridad.

La familiaridad espiritual puede convertirse en un obstáculo en nuestra relación con Dios. Cuando lo vemos solo como un amigo, corremos el riesgo de perder el respeto y la reverencia que se le deben, lo que nos impide recibir las bendiciones y la guía divina. Un ejemplo de este problema se encuentra en la historia de “Jesús en Nazaret” (Marcos 6:4-6), donde la gente, al verlo como "el hijo del carpintero", no reconoció Su divinidad, impidiendo que Jesús realizara milagros entre ellos. La familiaridad no solo se refiere a nuestra relación con Dios, sino también a cómo tratamos a las autoridades espirituales en la Iglesia. Debemos mantener una actitud de honor y respeto hacia los pastores y líderes, reconociendo que Dios los ha puesto en esa posición para guiarnos. Además, la familiaridad puede dañar las relaciones matrimoniales, subrayando la importancia de mantener respeto y honor mutuo entre marido y mujer. Cuando se pierde el respeto en el matrimonio, se corre el riesgo de comprometer la bendición divina sobre esa relación. El matrimonio es una bendición y una institución divina, y como tal, debe ser tratado con el máximo respeto y seriedad. Como creyentes, estamos llamados a honrar a nuestro cónyuge como un regalo de Dios, viviendo de tal manera que nuestra relación refleje el amor y la santidad de Cristo.

5) La Purificación de la Novia de Cristo: La Iglesia.

Dios está realizando una profunda purificación en Su Iglesia, eliminando las impurezas y las influencias negativas del mundo para prepararla para la última gloria y el regreso de Cristo. Esta purificación es necesaria porque muchos creyentes llevan traumas y heridas emocionales que obstaculizan su vida espiritual y la auténtica comunión con los demás. Dios desea sanar estas heridas, liberando a Su pueblo del dolor, el rechazo y el resentimiento, para que puedan vivir una vida de plena libertad en Cristo. El proceso de purificación se lleva a cabo a través de tres instrumentos principales:

1. La Sangre de Jesús: La sangre de Cristo tiene el poder de purificar nuestros pecados y borrar toda iniquidad.

1°Juan 1:7; 7 Mas si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión entre nosotros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

Las Escrituras nos recuerdan que, cuando caminamos en la luz, la purificación a través de la sangre es esencial para nuestra santificación.

2. La Palabra de Dios: Tiene un efecto purificador en nuestras vidas, lavándonos espiritualmente cada vez que la escuchamos.

Efesios 5:26; 26 Para santificarla limpiándola en el lavacro del agua por la palabra,

3. Decisiones Santas: La purificación requiere nuestra participación activa, tomando “decisiones santas” que nos alejan del pecado y nos llevan a vivir en santidad. La Iglesia que Jesús arrebatará será pura y gloriosa, sin mancha ni arruga.

Efesios 5:27; 27 Para presentársela gloriosa para sí, una iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha.

No podemos conformarnos a una vida espiritual mediocre o comprometida; estamos llamados a una vida de santidad y pureza. Dios está trabajando para purificar Su Iglesia, preparándola para el regreso de Cristo en un proceso difícil pero necesario.

6) El Temor de Dios: Respeto y Reverencia.

Dios está restaurando en Su Iglesia el temor del Eterno para prepararla para la última gloria, un temor que no es miedo, sino respeto y reverencia hacia Dios, un santo terror que nos revela nuestra condición interior y nos retiene de pecar. En Isaías 6:5, el profeta, al encontrarse ante la gloria de Dios, reconoce su indignidad y exclama: “¡Ay de mí, que estoy perdido!”, un momento que destaca cómo el temor de Dios lleva a la conciencia del pecado y a la necesidad de purificación. Además, cuando Isaías dice: “Mis ojos han visto al Rey” (Isaías 6:5), nos recuerda que, a pesar de nuestra condición, hay esperanza porque hemos visto al Rey de reyes. El temor de Dios es esencial para mantener el avivamiento espiritual, impidiéndonos comprometernos con el pecado. Hoy, la Iglesia ha perdido este santo temor, viviendo un Evangelio superficial y comprometido para evitar persecuciones. Dios nos llama a hablar y predicar la verdad con franqueza, porque es la verdad la que trae libertad y abre los cielos.

Juan 8:32; 32 Y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará.

La verdad es necesaria, junto con la sabiduría y el entendimiento, y Dios no ha dejado de hacer milagros, porque “Él es el Señor que te sana” (Éxodo 15:26). El temor de Dios nos impulsa a respetar las autoridades espirituales como nos enseña en las Escrituras:

1°Crónicas 16:22; 22 No toquéis, dijo, á mis ungidos, Ni hagáis mal á mis profetas.

No debemos hablar mal de nuestras autoridades espirituales, porque Dios las ha elegido y establecido, y quien las toca, toca a Dios mismo. El temor de Dios nos hace evitar juzgar o ir en contra de aquellos que Dios ha ungido. Cuando el temor de Dios desaparece, el pecado prevalece, pero Su gloria nos retiene de pecar.

7) La Presencia de Dios como Signo de Aprobación.

La presencia de Dios en la vida de una persona es el signo de que está caminando en Su voluntad. Todos buscamos aprobación, ya sea de nuestros padres, de las instituciones o de quienes nos rodean, pero la más alta aprobación es la presencia de Dios en nuestro hogar, como si Él dijera: “Yo estoy allí”. En Éxodo 33:14, Dios dice: “Mi presencia irá contigo, y te daré descanso”, revelando que Su aprobación trae paz y descanso. Moisés entendía la importancia de la presencia divina al punto de afirmar en Éxodo 33:15: “Si tu presencia no va conmigo, no nos saques de aquí”, prefiriendo quedarse en el desierto que avanzar sin Dios. Josué, que aprendía de su maestro, permanecía fuera de la tienda de reunión incluso cuando este se iba, porque comprendía el inestimable valor de la presencia de Dios. La presencia de Dios confirma dos aspectos fundamentales en la vida de un hombre o una mujer de Dios: “integridad” y “orden”. La integridad no implica perfección, sino honestidad, y una persona íntegra es transparente, leal, reconoce sus errores sin culpar a otros y, sobre todo, es leal a Dios. El orden es un signo de la presencia de Dios, porque Él no se manifiesta en el desorden, mientras que lo divino crea espacio para Su manifestación. En el Salmo 17:1, leemos: “O Eterno, da oído a una causa justa”, lo que nos recuerda que no debemos buscar justicia por nuestra cuenta, porque el Eterno es nuestro juez. El versículo continúa: “Inclina tu oído a mi oración, que no viene de labios engañosos”, destacando la importancia de la honestidad y la integridad incluso en nuestras súplicas a Dios. Concluimos exhortando a cada creyente a orar por cuatro cosas que demuestran transparencia en su vida.

1. “Que Dios lo libre del amor al dinero”“porque el amor al dinero es la raíz de todos los males” (1 Timoteo 6:10).

2. “Que Dios lo libre de la tentación sexual.”

3. “Que Dios lo libre del amor al poder.”

4. “Que Dios lo libre de ser engañado o de engañar a otros.”

Debemos decir: “Señor, libérame del amor al dinero, del amor al poder, de la tentación sexual y del engaño”. Nuestros corazones serán probados en estas tres áreas: “dinero, poder y sexo”, por lo que debemos estar siempre vigilantes sobre ellas. Cuando entramos en el ámbito del dinero, el amor por él puede convertirse en una trampa. Algunas personas han prometido a Dios que, si cierran un trato, darán el diezmo, pero luego no lo hicieron, demostrando así que han perdido el temor de Dios. Todos deberíamos hacer una oración a Dios, un pacto con Él, diciendo: “Señor, si perdiéramos Tu presencia en nuestra vida, llévanos al cielo al día siguiente. No queremos quedarnos en la tierra sin Tu presencia.” Esto se debe a que no debería tener sentido continuar viviendo sin Su presencia.

Pensemos en David cuando escribió en el Salmo 51:11-12: “No me eches de tu presencia, y no quites de mí tu Santo Espíritu. Devuélveme el gozo de tu salvación, y sosténme con un espíritu voluntarioso.” En el Salmo 17:2 leemos: “Venga mi defensa de tu presencia; vean tus ojos lo que es recto.” ¿Quién es el que te defiende? Si sientes la necesidad de defenderte a ti mismo, debes dejar caer las armas y permitir que Dios te defienda.

El verso continúa en el verso 3: “Tú has investigado mi corazón, me has visitado de noche; me has probado y no has encontrado nada; me he propuesto no pecar con mi boca.”

¿Por qué David ora de esta manera? ¿Por qué le pide a Dios que lo proteja del amor al poder, del amor al dinero y de la tentación sexual? Porque, después de la experiencia tremenda que había vivido, sus ojos se habían abierto. Esta oración debe convertirse hoy en nuestra oración, la que sube de nuestro corazón a Dios.

 

 

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