Más que ganadores
PREDICACIÓN DEL 15 DE SEPTIEMBRE DE 2024:
Pastor Bruno Donadio
MÁS QUE GANADORES
En el culto de esta semana, con la visita del Pastor Bruno Donadio, profundizamos en el tema "más que vencedores" tomado de la Carta a los Romanos. Este sermón nos invita a reflexionar sobre nuestra identidad en Cristo. Como creyentes, no somos simplemente vencedores en las batallas de la vida, sino que somos "más que vencedores" a través de Cristo. El poder y el amor de Dios nos permiten enfrentar dificultades y desafíos con una profunda conciencia del apoyo divino. El Pastor nos recuerda que la libertad de las cadenas que nos oprimen proviene del Señor. Esta libertad está garantizada por la unción divina, que también nos da la gracia de anunciar el Evangelio con poder.
Romanos 8:28; 28 Y sabemos que á los que á Dios aman, todas las cosas les ayudan á bien, es á saber, á los que conforme al propósito son llamados.
Este verso no habla solo de algunas cosas, sino de todas las cosas, incluidas las dificultades que estamos enfrentando. Dios usa todo para el bien de quienes lo aman, y siempre está obrando en nuestros corazones para prepararnos para una nueva temporada en la vida. Dios ha comenzado una buena obra en nosotros y en nuestra familia, y llevará a término lo que ha empezado.
Versículo 29; 29 Porque á los que antes conoció, también predestinó para que fuesen hechos conformes á la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos;
El deseo del Padre es que seamos conformados a la imagen de Cristo Jesús, reflejando Su carácter y Su santidad. No debemos medirnos con otros hermanos o con aquellos que viven en pecado; nuestra visión debe ser la de llegar a ser como Jesús, reflejando Su carácter, Su santidad y consagración, mostrando así la naturaleza de Cristo que Dios ha puesto en nosotros.
Versículo 30; 30 Y á los que predestinó, á éstos también llamó; y á los que llamó, á éstos también justificó; y á los que justificó, á éstos también glorificó.
Jesús nos ha llamado a una salvación eterna, y Dios nos ha justificado, haciéndonos justos delante de Él. A pesar de nuestras imperfecciones, somos glorificados en Cristo y perfectos en Su gloria.
Versículos 31-32; 31 ¿Pues qué diremos á esto? Si Dios por nosotros, ¿quién contra nosotros? 32 El que aun á su propio Hijo no perdonó, antes le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
Dios dio lo más preciado, Su Hijo Jesús, para salvarnos. Si Dios está con nosotros, ningún enemigo podrá prevalecer.
Versículos 34 e 39; 34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, quien además está á la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
39 Ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
La Escritura afirma que Jesús hizo un espectáculo público de Satanás y sus demonios, triunfando sobre toda forma de mal, y lo hizo no por Él mismo, sino por nosotros.
Romanos 5:8; 8 Mas Dios encarece su caridad para con nosotros, porque siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Pablo nos recuerda que no fuimos nosotros los que amamos a Dios, sino que Él nos amó primero. Dios nos ama de manera incondicional, un amor que va más allá de nuestras acciones y errores. Cuando hablamos de Jesús, a menudo le decimos a los demás que "Jesús te ama", pero es importante recordarnos también a nosotros mismos: "Dios me ama". Dios habría enviado a Su Hijo a morir incluso solo por una persona, demostrando lo valiosos que somos a Sus ojos.
Efesios 2:4-6; 4 Empero Dios, que es rico en misericordia, por su mucho amor con que nos amó, 5 Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dió vida juntamente con Cristo; por gracia sois salvos; 6 Y juntamente nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús,
Estos pasajes nos muestran cómo Dios, rico en misericordia, nos ha amado y nos ha dado vida en Cristo, incluso cuando estábamos muertos en nuestros pecados. Físicamente estamos aquí en la tierra, pero espiritualmente estamos sentados en los lugares celestiales junto a Cristo, en el gobierno más alto del universo.
Efesios 3:14-19; 14 Por esta causa doblo mis rodillas al Padre de nuestro Señor Jesucristo, 15 Del cual es nombrada toda la parentela en los cielos y en la tierra, 16 Que os dé, conforme á las riquezas de su gloria, el ser corroborados con potencia en el hombre interior por su Espíritu. 17 Que habite Cristo por la fe en vuestros corazones; para que, arraigados y fundados en amor, 18 Podáis bien comprender con todos los santos cuál sea la anchura y la longura y la profundidad y la altura, 19 Y conocer el amor de Cristo, que excede á todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
Pablo ora para que seamos fortalecidos con poder en el hombre interior, arraigados en el amor de Dios que es vasto e infinito. Este amor, que solo podemos comprender por revelación, es el que nos permite ser una bendición y una luz para el mundo. Al reflexionar sobre la cruz, vemos dos dimensiones del amor: la “vertical”, que representa el amor de Dios hacia nosotros, y la “horizontal”, que es el amor que debemos mostrar a los demás. Esta escritura nos recuerda que Dios promete estar siempre con nosotros en las dificultades:
Isaías 43:1-4; 1 Y AHORA, así dice Jehová Criador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. 2 Cuando pasares por las aguas, yo seré contigo; y por los ríos, no te anegarán. Cuando pasares por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. 3 Porque yo Jehová Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tú Salvador: á Egipto he dado por tu rescate, á Etiopía y á Seba por ti. 4 Porque en mis ojos fuiste de grande estima, fuiste honorable, y yo te amé: daré pues hombres por ti, y naciones por tu alma.
Dios nos ha redimido a través de la sangre de Jesús, una redención perfecta y completa. Incluso cuando enfrentamos pruebas, Dios promete no abandonarnos nunca. Su fidelidad y Su amor son inmutables; a pesar de nuestros fracasos y debilidades, Él continúa amándonos, y Su bondad, no la ley, es lo que nos impulsa al arrepentimiento. Romanos 8:28 nos recuerda que todas las cosas cooperan para el bien de aquellos que aman a Dios y son llamados según Su propósito. La vida es breve, y estamos llamados no solo a la salvación, sino a un destino eterno con un propósito específico. Entre la llamada y la elección, hay pruebas y preparación, pero Dios nos exhorta a presentarnos a Él como sacrificios vivos. Vivimos en un proceso continuo de santificación, sin el cual nadie verá a Dios.
Romanos 6:1-2; 1 ¿PUES qué diremos? Perseveraremos en pecado para que la gracia crezca? 2 En ninguna manera. Porque los que somos muertos al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
Este verso afirma que la gracia no es una excusa para pecar, sino que nos enseña a vivir una vida que refleja un cambio genuino. Nuestra forma de vivir debe testificar que ya no vivimos para nosotros mismos, sino para Aquel que nos amó y se entregó por nosotros. En este verso, Pablo nos habla del propósito eterno de Dios realizado en Cristo:
Efesios 3:11-12; 11 Conforme á la determinación eterna, que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor: 12 En el cual tenemos seguridad y entrada con confianza por la fe de él.
Este propósito nos incluye y nos otorga la libertad de acercarnos a Dios con confianza.
Salmos 34:19; 19 Muchos son los males del justo; Mas de todos ellos lo librará Jehová.
Las aflicciones son parte de la vida cristiana, pero Dios nos dice que, aunque enfrentemos pruebas, Él nos libra de toda aflicción. Muchos de nosotros hemos encontrado a Cristo en momentos difíciles, como la adicción a las drogas, el alcohol o la depresión. Debemos tener la fe del centurión que creyó en la palabra de Pedro. Cuando estamos afligidos, no debemos dejar de servir y alabar al Señor; al contrario, debemos alabarlo aún más, porque la alabanza es poderosa, como demuestra el ejemplo de Pablo y Silas en la prisión: en lugar de quejarse, alabaron a Dios, y ocurrió un terremoto, llevando a muchos a la conversión. Juan nos recuerda que todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Estamos destinados a la victoria en Cristo y llamados a conquistar naciones enteras para la gloria de Dios. Nuestra victoria está en la fe, que nos impulsa a creer en las promesas de Dios. Incluso cuando somos infieles, y a menudo lo somos, Dios permanece fiel porque no puede renegar de Sí mismo y de Su Palabra. Pedro, a pesar de su fracaso, permaneció en el plan de Dios, y de igual manera, hay un plan y una promesa para nosotros: debemos colaborar con Dios para que estas promesas se cumplan. Dios quiere que retomemos los sueños y promesas que nos ha dado, sabiendo que hará mucho más de lo que podemos pedir o imaginar.
Romanos 8:31-32; 31 ¿Pues qué diremos á esto? Si Dios por nosotros, ¿quién contra nosotros? 32 El que aun á su propio Hijo no perdonó, antes le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
Pablo comienza con una pregunta retórica que resalta de inmediato una realidad: con Dios de nuestro lado, ninguna oposición puede prevalecer. Dios, que no escatimó ni a Su propio Hijo, nos dará todo lo que necesitamos para vivir una vida victoriosa en Él.
Versículo 33; 33 ¿Quién acusará á los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
¿Quién es el acusador de los hermanos? Cuando juzgamos a los demás, en realidad estamos acusándonos a nosotros mismos. Dios nos llama a mostrar misericordia y amor, no a condenar; cuando perdonamos a quienes nos han herido, no solo liberamos a la otra persona, sino también a nosotros mismos.
Versículo 34-35; 34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, quien además está á la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. 35 ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? tribulación? ó angustia? ó persecución? ó hambre? ó desnudez? ó peligro? ó cuchillo?
Jesucristo, que murió y resucitó, intercede continuamente por nosotros, anulando cada acusación del enemigo y cada sentido de condena a través de Su obra. El amor del que hablamos no es una simple doctrina aprendida, sino que es el mismo Jesús, quien nos amó y se entregó por nosotros. Por lo tanto, ya no debemos vivir para nosotros mismos, sino para Él, dejando el pasado atrás, perdonando a quienes nos han herido y bendiciendo a quienes nos han maldecido, porque Dios quiere levantarnos y fortalecernos, haciéndonos más que vencedores en Cristo y para Cristo. Concluimos con estas palabras del Apóstol Pablo tomadas del final de Romanos 8:
Romanos 8:36-39; 36 Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo: Somos estimados como ovejas de matadero. 37 Antes, en todas estas cosas hacemos más que vencer por medio de aquel que nos amó. 38 Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 Ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Reflexionando sobre estos versos, podemos estar seguros de que pase lo que pase, el amor de Dios permanece firme y constante, que nada puede separarnos de Él, y que esta certeza nos da la fuerza para enfrentar los desafíos de la vida con fe y esperanza, sabiendo que en Cristo “somos más que vencedores”.