Nuestra necesidad del Espíritu Santo Parte 2
PREDICACIÓN DEL 04 DE AGOSTO DE 2024:
Pastor Antonio Russo
NUESTRA NECESIDAD DEL ESPÍRITU SANTO Parte 2
Hemos tenido un tiempo glorioso en estas semanas hablando de la persona del Espíritu Santo, y continuaremos haciéndolo porque Él es nuestro mejor amigo y vive dentro de nosotros. Juntos, abordamos algunos aspectos muy importantes relacionados con Su persona. A veces, en nuestro lenguaje "evangelístico", decimos: "He conocido a Jesús". En realidad, no hemos conocido a Jesús de una vez por todas, sino que lo estamos conociendo cada día, y quien puede revelárnoslo es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo habita en la vida de los hijos de Dios y en la Iglesia, no en el mundo. Su papel es convencernos de pecado, justicia y juicio. Tres verdades hacen que el cristianismo sea único: la Cruz y el sacrificio de Jesús, lo Sobrenatural que manifiesta Su gloria y el Espíritu Santo que nos unge y nos capacita. En el libro de los Hechos está escrito: "Recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes, y serán mis testigos". Por lo tanto, sintámonos honrados y privilegiados. La Iglesia nunca debe rechazar al Espíritu Santo, pero a menudo lo hace, desconectándose del cielo y permaneciendo ajena a lo que sucede en el presente y en la historia de Dios. En cambio, debería estar llena del Espíritu Santo. El Espíritu Santo nos revela cosas presentes, pasadas y futuras, permitiéndonos estar preparados para cada situación.
1°Corintios 2:14; 14 Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente.
Cuando hablamos del hombre natural, nos referimos tanto a aquellos que no han nacido de nuevo como a aquellos que, aunque han nacido de nuevo, son carnales. Sin comunión con el Espíritu Santo, no podemos recibir las cosas del Espíritu de Dios, porque se consideran locura y no pueden entenderse sin discernimiento espiritual. Dios no quiere que vivamos una vida sin propósito; Él tiene un propósito para cada uno de nosotros, y solo el Espíritu Santo puede revelarnos dónde nos encontramos en este propósito. Estar despiertos es fundamental, porque quienes duermen carecen de discernimiento y no reconocen el momento en la historia bíblica en el que nos encontramos. Sabes, cuando Jesús regrese, no lo hará por una Iglesia adormecida, sino por una Iglesia enamorada y lista para recibirlo. Es crucial no rechazar al Espíritu Santo y Sus dones, como el hablar en otras lenguas, que son esenciales en la vida cristiana. Sin embargo, algunas iglesias prohíben estos dones, negando así la manifestación del Espíritu Santo. ¿Cuántos de nosotros hemos asistido a un culto deseando fervientemente que los dones del Espíritu Santo se manifiesten en nuestras vidas?
1°Corintios 12:31; 31 Empero procurad los mejores dones; mas aun yo os muestro un camino más excelente.
Los dones del Espíritu Santo, que son nueve y pertenecen a la categoría de dones carismáticos, son esenciales en nuestra vida cristiana. Estos dones, como la sabiduría y la sanidad, deben buscarse con fervor. Sin embargo, es importante enfatizar que el don más relevante es aquel que satisface nuestra necesidad específica en un momento dado. Por ejemplo, el don de sanidad se vuelve especialmente valioso cuando estamos enfermos. Otros tipos de dones, como los dones motivacionales y ministeriales, así como los dones de gracia, también tienen sus roles. Sin embargo, los dones carismáticos pueden cambiar y transformar significativamente nuestras vidas y las situaciones que enfrentamos. Lamentablemente, como se mencionó, hay quienes no solo han rechazado los dones del Espíritu Santo, sino también Su poder sobrenatural. Esto sucede porque muchas personas no están interesadas en lo sobrenatural; hoy en día, el entretenimiento parece tener prioridad. Las estadísticas muestran que el italiano promedio pasa siete horas al día frente al televisor, una señal de cómo podemos pasar por alto el poder de Dios. Cuando nos encontramos con problemas y dificultades, sin el poder de Dios, no podemos satisfacer nuestras propias necesidades ni las de los demás. Solo a través de Su poder podemos responder de manera efectiva. En tiempos de crisis y dificultad, necesitamos una guía sobrenatural, y el Espíritu Santo, que nos anima a no rendirnos y nos asegura Su presencia constante, proporciona precisamente esa guía. No podemos considerar al Espíritu Santo como una opción: Jesús nos lo dio como un mandato, subrayando la urgencia de caminar guiados por el Espíritu Santo en nuestras vidas.
Hechos 1:4; 4 Y estando juntos, les mandó que no se fuesen de Jerusalem, sino que esperasen la promesa del Padre, que oísteis, dijo, de mí.
El mandato que Jesús dio a los discípulos fue no alejarse de Jerusalén, sino esperar la promesa del Padre. No les dijo que esperaran hasta completar estudios bíblicos o adquirir conocimientos específicos, sino que enfatizó la importancia de recibir poder a través del Espíritu Santo, porque sin este poder, el conocimiento por sí solo no sería suficiente.
Lucas 24:49; 49 Y he aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros: mas vosotros asentad en la ciudad de Jerusalem, hasta que seáis investidos de potencia de lo alto.
¿Cuál fue la promesa del Padre durante el ministerio de Jesús? No nos referimos a las muchas promesas que Dios hizo a su pueblo y a su Iglesia, sino a la promesa suprema: la del Espíritu Santo. El apóstol Pablo nos exhorta a estar continuamente llenos del Espíritu Santo, no solo a través de un bautismo inicial, sino también mediante llenamientos constantes. La fe y la plenitud del Espíritu Santo son cruciales para satisfacer las necesidades de las personas y vivir una vida de testimonio auténtico. Cuando decimos que Jesús sana y nos encontramos con alguien enfermo, debemos orar con certeza y fe, no con esperanza o súplica, sino creyendo en la sanidad ya realizada, como está escrito en el libro de Isaías y en Primera de Pedro. Si alguien está deprimido o ansioso, oremos para que el Espíritu Santo lo sane de inmediato con fe, tal como lo hacía Jesús, sin esperar al servicio de la iglesia del domingo. La sanidad no es una esperanza futura; es una realidad presente que debemos recibir hoy, caminando en la plenitud del Espíritu Santo. Si no estamos llenos del Espíritu Santo, no estaremos convencidos de lo que Dios quiere hacer en la vida de las personas. A menudo, nuestras experiencias pasadas nos llevan a la duda, pero nunca debemos reemplazar la Palabra de Dios con esas experiencias negativas. La Palabra de Dios es firme e inmutable; debe confirmar nuestras experiencias, no al revés. No permitamos que el diablo nos engañe y obstaculice nuestras oraciones y nuestra fe.
Juan 15:26; 26 Empero cuando viniere el Consolador, el cual yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio de mí.
¿Cuántos de nosotros queremos enamorarnos de Jesús? Debemos recordar que Jesús volverá por una iglesia enamorada, no como una esclava, sino como una novia que espera ansiosamente el regreso de su esposo. ¿Quién puede presentarnos a Jesús? ¿Quién puede revelarlo y dar testimonio de Él? Es el Espíritu Santo: Él es quien testifica acerca de Jesús.
Juan 16:14; 14 El me glorificará: porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.
Para conocer verdaderamente a Jesús, debemos tener comunión con el Espíritu Santo, quien revela Su persona, Su ministerio, Su sacrificio en la cruz, Su muerte y Su resurrección. Todos hemos sido ungidos y potenciados sobrenaturalmente para hacer lo que es imposible para los seres humanos pero posible para Dios. Solo el Espíritu Santo puede ungirnos para servir a Dios, porque esta unción es un requisito fundamental. Asistir a una escuela bíblica por sí sola no es suficiente; la unción, que proviene del Espíritu Santo, es esencial para cumplir el propósito de Dios en nuestras vidas. Sin esta unción, no podemos satisfacer las necesidades de las personas, ya que depender únicamente de nuestra propia fuerza nos agota. Es el Espíritu Santo quien nos guía y nos mantiene llenos de energía. La psicología humana no puede resolver problemas espirituales, pero el poder del Espíritu Santo puede expulsar demonios y sanar mentes. Sin el Espíritu Santo, una iglesia se convierte simplemente en una institución humana, carente del poder divino necesario para abordar las verdaderas necesidades de las personas.
2°Timoteo 3:5; 5 Teniendo apariencia de piedad, mas habiendo negado la eficacia de ella: y á éstos evita.
La religión exterior se manifiesta con una apariencia de piedad, donde los cristianos conocen los términos correctos y saben cómo orar, pero carecen de verdadero poder espiritual, anulando así la fe en sus vidas. La Iglesia, a menudo tratando de adaptarse a las costumbres de la sociedad que desean un Dios sin poder, ofende a Dios porque sin ello, vivimos una vida de falsedad y pretensión. Cuando no hay movimiento del Espíritu Santo, no hay ni Su presencia ni Su poder. Sin el Espíritu Santo, no hay libertad, y una Iglesia sin Él es seca y estéril, porque donde está el Espíritu de Dios, hay libertad. Sin Él, no hay vida en el creyente ni en la Iglesia; de hecho, podemos tener las mejores herramientas, himnos y sermones, pero sin Su presencia, todo esto es en vano.
Concluyamos hablando de algunas manifestaciones del Espíritu Santo.
Mateo 3:11; 11 Yo á la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; mas el que viene tras mí, más poderoso es que yo; los zapatos del cual yo no soy digno de llevar; él os bautizará en Espíritu Santo y en fuego
Primera característica: El Espíritu Santo se mueve como el viento, pero no es el viento.
Esta es una de sus manifestaciones porque Él es una persona, pero se mueve como el viento. Cuando hay hambre de la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas, ¿sabes qué sentimos? Percibimos un viento fresco que gira a nuestro alrededor, manifestándose como un torbellino. El Espíritu Santo encuentra a alguien que tiene hambre, alguien que no quiere ignorar Su presencia, y comienza a revelarse; no es el viento, pero es como un viento.
Segunda característica: El Espíritu Santo purifica como el fuego, pero no es el fuego.
El fuego del que habla Juan el Bautista no es fuego natural; es un fuego que arde en nuestros corazones y consume nuestras vidas. Para recibir este fuego, no podemos ser pasivos; debemos anhelarlo y tener hambre, para que Él pueda moverse. Aunque muchos de nosotros hemos sido bautizados en el Espíritu Santo, a menudo no hemos recibido el bautismo con fuego necesario para detonar el poder almacenado dentro de nosotros, similar a la dinamita. Para ganar almas, debemos estar encendidos y tener pasión por las personas.
Tercera característica: El Espíritu Santo es como una paloma, pero no es una paloma.
¿Cuál es la peculiaridad de una paloma? La paloma se identifica por su sensibilidad al movimiento: en cuanto hay un cambio, vuela lejos. Esta característica refleja la naturaleza del Espíritu Santo, que es extremadamente sensible. Por ejemplo, mientras estamos en la iglesia orando y adorando a Dios, un pensamiento distractor, como la idea de enviar un mensaje a casa, puede interrumpir nuestra comunión con Él y hacer que el Espíritu Santo, siendo sensible, se aleje de nosotros. Es fundamental vivir nuestras vidas conscientes de que el Espíritu Santo, como la paloma, puede retirarse fácilmente si no mantenemos nuestra atención en Él.