Conquista la ciudad por Dios Parte 4

 

 

PREDICANDO EL 30 DE JUNIO DE 2024:

Pastor Antonio Russo

 

CONQUISTA LA CIUDAD POR DIOS, Parte 4

 

Comencemos leyendo juntos algunos versículos del Libro de los Proverbios.

Proverbios 3:1-4; 1 HIJO mío, no te olvides de mi ley; Y tu corazón guarde mis mandamientos: 2 Porque largura de días, y años de vida Y paz te aumentarán. 3 Misericordia y verdad no te desamparen; Atalas á tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón: 4 Y hallarás gracia y buena opinión En los ojos de Dios y de los hombres.

Salomón nos invita a reflexionar profundamente sobre la importancia de la Palabra de Dios, que representa una guía fundamental para nuestra vida. Nos exhorta a nunca olvidarla y a custodiarla con el mismo cuidado con el que protegemos nuestros bienes más preciados, porque preservarla es nuestra responsabilidad. Seguir los enseñanzas de la Palabra de Dios no solo alarga nuestros días en la tierra, sino que también nos guía hacia una vida plena y saludable. Por lo tanto, debemos asegurarnos de que permanezca en el centro de nuestras vidas, ya que genera en nosotros paz o "Shalom", un término que incluye tranquilidad, salud, prosperidad y bendiciones divinas. Volviendo a nuestro tema, cuántos de nosotros hemos sido bendecidos por la Palabra de Dios, especialmente cuando hablamos de conquistas? Para conquistar las ciudades para Dios, primero debemos conquistarnos a nosotros mismos, nuestros hogares y nuestros vecindarios. Dios nos llama a un camino de conquista que comienza dentro de nosotros y se expande hacia el exterior; por lo tanto, debemos estar abiertos a Su presencia y a Su palabra. La base del trono de Dios es la justicia y el derecho, símbolos de Su autoridad y poder. Como nos enseña la Biblia, al estar sentados en lugares celestiales en Cristo, estamos revestidos de la misma autoridad y poder. Esta autoridad, llamada "exousia" en griego, nos otorga el derecho de manifestar el poder sobrenatural de Dios; por lo tanto, debemos ejercerla sin dudar al enfrentar al enemigo. Es esencial que nuestro enfoque de la oración cambie y evolucione. El nivel al que Dios nos está introduciendo no es el de convencerlo de hacer algo, sino de ejercer la potencia y autoridad con la que nos ha investido. Estamos hablando de guerra espiritual porque debemos comprender que estamos involucrados en una batalla. Dios no nos llama a rendirnos, sino a luchar eficazmente. No debemos golpear el aire como lo mencionó el apóstol Pablo, sino conocer al enemigo para que nuestros golpes sean efectivos. Hay al menos 4 razones por las que estamos librando esta batalla. La primera razón son las almas, personas que necesitan ser salvadas, arrancadas de las garras del diablo y llevadas al Reino de Dios. La segunda razón son los territorios que Dios nos ha asignado y que debemos ver en el espíritu antes de entrar en ellos. Finalmente, la tercera y cuarta razón son los recursos y las finanzas, ambos cruciales en esta batalla. Estamos llamados a una guerra espiritual en estas cuatro áreas y no podemos ser pasivos: Dios nos llama a tomar autoridad y posesión de lo que nos ha asignado. Hoy más que nunca, debemos comprender nuestra batalla espiritual antes de poseer los territorios que Dios nos ha dado: nuestra vida, nuestra familia, nuestras finanzas, nuestro vecindario y nuestra ciudad. Al igual que Israel en el desierto, que presenció milagros de la providencia divina, también nosotros, con la ayuda de Dios, cruzaremos nuestro Jordán hacia la tierra prometida, enfrentando a cada enemigo que obstaculiza nuestro camino hacia la victoria. Esto es lo que debemos hacer hoy: encontrándonos en el punto de haber cruzado el Jordán y frente a las promesas de Dios, también enfrentamos enemigos que actualmente las poseen y no las liberarán fácilmente; por lo tanto, nos corresponde expulsarlos de los territorios y tomar plena posesión. Estos enemigos de hoy son espirituales, y Dios nos permite verlos antes de tomar posesión del territorio.

Génesis 13:14-18; 14 Y Jehová dijo á Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el Aquilón, y al Mediodía, y al Oriente y al Occidente; 15 Porque toda la tierra que ves, la daré á ti y á tu simiente para siempre. 16 Y haré tu simiente como el polvo de la tierra: que si alguno podrá contar el polvo de la tierra, también tu simiente será contada. 17 Levántate, ve por la tierra á lo largo de ella y á su ancho; porque á ti la tengo de dar. 18 Abram, pues, removiendo su tienda, vino y moró en el alcornocal de Mamre, que es en Hebrón, y edificó allí altar á Jehová.

Sabes, debemos renovar nuestra mente y abrir nuestros ojos espirituales, no solo para ver en el mundo natural sino especialmente para reconocer las promesas de Dios en nuestras vidas, como la sanidad, la salvación para nuestras familias y la prosperidad prometida, sabiendo que Jesús nos ha liberado de la pobreza y la carestía. Inicialmente, Abraham llevó consigo a Lot y a su padre Teraj, quienes representaban un obstáculo para las promesas de Dios, a pesar de que Dios le había dicho claramente que dejara su hogar y sus parientes para seguir Sus promesas. Después de la muerte de Teraj, Dios habló nuevamente a Abraham, diciéndole que dejara a Lot; sin embargo, como Abraham no siguió completamente las instrucciones de Dios, se encontró en problemas. Abraham intentó resolver el problema con compromisos, como ir a Egipto durante la hambruna y hacer pasar a Sara por su hermana; sin embargo, Dios intervino para proteger Su promesa. Finalmente, hubo una disputa entre los pastores de Abraham y los de Lot, y Abraham decidió que era hora de separarse. Lot eligió vivir en la llanura fértil cerca de Sodoma y Gomorra, mientras que Abraham se dirigió hacia la montaña, siguiendo la guía de Dios. Después de la separación, Dios confirmó la promesa a Abraham, diciéndole que toda la tierra que veía pertenecería a él y a su descendencia. Nuestras elecciones, por lo tanto, deben someterse a Dios, porque Él ve más allá de lo que podemos ver nosotros. Este principio se repitió más tarde en la historia de Josué y Moisés, pero la promesa inicial se había hecho a Abraham. Podemos ver las promesas de Dios para nosotros? Reconocemos nuestra sanidad, nuestro milagro o el territorio que Dios nos ha asignado? Solo si lo vemos, podemos conquistarlo; de lo contrario, quedará fuera de nuestro alcance. Así como Dios mostró a Abraham la tierra que asignaría a Israel y prometió a Josué el territorio a conquistar, también nosotros debemos ver y creer en las promesas de Dios para alcanzar la victoria.

Josué 6:2; 2 Mas Jehová dijo á Josué: Mira, yo he entregado en tu mano á Jericó y á su rey, con sus varones de guerra. Dios ha puesto a nuestros enemigos en nuestras manos:

Conquistaremos lo que vemos, pero no podemos conquistar lo que no vemos, tal como sucedió en la historia de Israel donde, después de Jericó, la segunda ciudad a conquistar fue Hai.

Josué 8:1; 1 Y JEHOVA dijo á Josué: No temas, ni desmayes; toma contigo toda la gente de guerra, y levántate y sube á Hai. Mira, yo he entregado en tu mano al rey de Hai, y á su pueblo, á su ciudad, y á su tierra.

Dios nos concede lo que podemos ver en el mundo espiritual. Recordemos la historia de la viuda que, gracias a la palabra del profeta Eliseo, llenó innumerables vasijas con el poco aceite que tenía, salvando así a sus hijos. Esto nos enseña que la Palabra de Dios puede transformar nuestras vidas, por lo que debemos obedecer cuando Dios habla. La visión de Jesús, que también es nuestra guía como comunidad, se basa en cuatro pasos: evangelizar, consolidar, discipular y enviar. La Iglesia no existe solo para crear creyentes, sino para equipar discípulos que transforman sus vidas y luchan por victorias espirituales. Por lo tanto, como Iglesia, hemos tomado conciencia de que debemos salir y conquistar ciudades, proclamando a Jesús y tomando posesión del territorio mediante una estrategia de guerra espiritual. Dios nos llama a ser conquistadores, no perdedores, y existen dos tipos de cristianos: los que esperan pasivamente y los que actúan según las promesas de Dios. Debemos actuar porque Dios nos ha dado la armadura del creyente, que incluye la espada del Espíritu: la Palabra de Dios. Es hora de atacar al mal, liberar almas perdidas y llevarlas al Reino de Dios. Ahora, la conquista debe lograrse en tres áreas principales.

1) Debemos saber que hemos sido llamados por Dios para conquistar territorios.

Si tienes dudas sobre la llamada que recibiste para conquistar ese territorio, debes saber que nunca lograrás conquistarlo. Josué debía estar seguro del llamado de Dios; cuando Moisés murió, sin embargo, estaba preocupado y se preguntaba: Con un líder como Moisés que me precedió, cuál será mi destino?' Pero Dios le quitó todas las dudas y preocupaciones.

Josué 1:2-4; 2 Mi siervo Moisés es muerto: levántate pues ahora, y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, á la tierra que yo les doy á los hijos de Israel. 3 Yo os he entregado, como lo había dicho á Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie. 4 Desde el desierto y este Líbano hasta el gran río Eufrates, toda la tierra de los Hetheos hasta la gran mar del poniente del sol, será vuestro término.

Hoy es el momento en que debemos tomar conciencia de que Dios nos ha llamado a ser conquistadores, a tomar posesión de nuestro territorio.

Deuteronomio 2:24-25; 24 Levantaos, partid, y pasad el arroyo de Arnón: he aquí he dado en tu mano á Sehón rey de Hesbón, Amorrheo, y á su tierra: comienza á tomar posesión, y empéñate con él en guerra. 25 Hoy comenzaré á poner tu miedo y tu espanto sobre los pueblos debajo de todo el cielo, los cuales oirán tu fama, y temblarán, y angustiarse han delante de ti.

Cuando sabemos que somos llamados, cuando tenemos esta identidad de que Dios nos ha llamado a conquistar nuestro territorio, caminaremos con la cabeza en alto, sin doblegarnos ante los enemigos, y seremos más que vencedores porque Dios esparcirá Su terror sobre nuestros enemigos. Debemos prepararnos para los tiempos de guerra; para ello, necesitamos edificar nuestra fe ahora, para que cuando lleguen los enemigos seamos fuertes, decididos y victoriosos.

2) Debemos tomar posesión del territorio previamente invadido por el enemigo.

Cómo lo hacemos a través de una postura espiritual? Mediante la oración. Debemos ser conscientes de que el diablo ha invadido este lugar, pero somos herederos de bendiciones celestiales. Este territorio pertenecía a Dios, pero fue robado cuando el diablo engañó a Adán; hoy, en Cristo, este territorio es nuestro, y es hora de recuperar lo que hemos perdido. La batalla descrita por Pablo tiene como objetivo liberar a las personas de la trampa del diablo.

Efesios 6:12; 12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires.

Paulo, en estos versículos, habla de los verdaderos enemigos a los que debemos enfrentarnos en nuestra lucha espiritual para recuperar el territorio perdido de las almas, sabiendo que cada uno de nosotros es el tesoro de Dios en la Tierra; por eso, debemos saquear el infierno por Cristo y llenar el Reino de los cielos.

Efesios 6:18-20; 18 Orando en todo tiempo con toda deprecación y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda instancia y suplicación por todos los santos, 19 Y por mí, para que me sea dada palabra en el abrir de mi boca con confianza, para hacer notorio el misterio del evangelio, 20 Por el cual soy embajador en cadenas; que resueltamente hable de él, como debo hablar.

El Apóstol Pablo, conociendo personalmente el poder de la oración por experiencia directa, transmite a la Iglesia la importancia de orar en todo momento, tanto en los buenos momentos como en los difíciles, porque Dios nos llama a orar en cada situación. En los buenos tiempos, alabamos y agradecemos a Dios; en los malos tiempos, seguimos alabándolo y agradeciéndole, sabiendo que Él intervendrá; debemos estar siempre agradecidos a Dios. Incluso en prisión, Pablo comprendía profundamente el poder de la oración. De hecho, pedía a la Iglesia que orara por él para que pudiera comunicar con valentía el misterio del Evangelio. Esto le permitió, a pesar de su situación, predicar a los carceleros y convertir a 47 de ellos, demostrando que aunque estuviera físicamente preso, la Palabra de Dios permanece libre. Verán, Pablo deseaba valentía no solo para sí mismo, sino también para la Iglesia, para que pudiéramos proclamar el Evangelio sin miedo ni timidez. Antes de hablar a los demás y predicar, debemos buscar la presencia de Dios para dar sentido a nuestras palabras y comunicarnos con sinceridad y autenticidad, para que nuestro mensaje toque profundamente el corazón de las personas.

3) Debemos ir físicamente a conquistar el territorio.

Cuando Dios le dijo a Josué que conquistara Jericó, le dio una estrategia: dar siete vueltas alrededor de la ciudad una vez al día, y en el séptimo día, dar siete vueltas. En la séptima vuelta del séptimo día, se detuvieron frente a las imponentes murallas de Jericó, y después de escuchar el "shofar", gritaron fuertemente, y las murallas se derrumbaron. La única casa que quedó en pie fue la de la prostituta Rahab porque había ayudado a los espías israelitas. Verán, aunque parecía extraño a los cananeos ver a un pueblo entero marchando alrededor de su ciudad, era una estrategia divina que Israel debía obedecer. Al igual que con las tribus de Israel, Dios también nos ha asignado un territorio, pero no debemos detenernos en la primera o segunda conquista; debemos orar y actuar para conquistarlo por completo. Cuando pongamos pie en el territorio que Dios nos ha dado, declararemos: "Este es el territorio que Dios nos ha dado", y comenzaremos a predicar el Evangelio.

 

 

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